Hedy Lamarr

Cualquier chica puede ser glamourosa. Todo lo que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida.

Para entender el enorme aporte a la historia que nos ha legado esta mujer, deberíamos reformular su biografía para darle la importancia que se merece. Hady nació en Viena, y fue bautizada como Hedwig Eva Maria Kiesler, criada siendo hija única de un banquero y una pianista. Desde pequeña destacó por ser una alumna brillante, llegado a ser considerada superdotada. Escuchando a su madre aprendió a tocar el piano a la perfección, pero su inquietud le llevó a abandonar los estudios de ingeniería y se lanzó a cumplir su sueño: ser actriz. Su descubridor, Max Reinhardt, la llevó a Berlín para que se formase, tras lo que regresaron a Viena para comenzar su carrera en la industria de los sueños.

En 1932 subió a las estrellas con el film Éxtasis, primera película en mostrar el rostro de una mujer durante un orgasmo, un escándalo sexual para su época, por lo que su proyección se prohibió. Por lo visto mostrar la satisfacción sexual de las mujeres no era algo digno. Sus padres se horrorizaron, el vaticano censuró la película, pero todo esto no impidió que Fritz Mandl, un importante magnate, quedase embelesado de su belleza. Solicitó permiso a su padre para verse con ella y posteriormente le pidió su mano. Sus padres ignoraron a su hija, pensaban que ese matrimonio era la única forma de restablecer su dignidad, y al ser mayor que ella la enderezaría. Así interrumpieron sus deseos de continuar siendo actriz.

Y así empezó su infierno personal con Firtz; se hizo con todas copias de Éxtasis, y solo le permitía desnudarse y bañarse en su presencia. Era un hombre extremadamente celoso, que la obligaba a acompañarle a todos los actos sociales para no perder de vista a su joven esposa. Y nuestra Hedy se vio forzada a ser una esposa trofeo, reducida a un objeto hermoso que mostrar, viviendo en una jaula de oro custodiada por un tirano. Vivía rodeada de lujos, pero a fin de cuentas era una esclava. Si bien, ella no era una mujer que se estuviese quieta por mucho tiempo, hastiada de su propia vida retomó su carrera como ingeniera. Aprovechaba para tomar notas y recopilar información durante las reuniones de su esposo, y así aprender sobre tecnología puntera del armamento nazi. Su esposo antes de la II Guerra Mundial, era un hombre muy influyente, y se dedicó a sustituir el arsenal de Hitler y Mussolini, considerado por ello ario honorario por los gobiernos fascistas, pese a ser judío.

Pero si Firtz pensaba que podía retenerla para siempre estaba muy equivocado, Hedy decidió huir. Escapó por la ventana de los servicios de un restaurante y huyó en un automóvil hacia París, sólo con la ropa que llevaba puesta y las joyas que pudo portar para conseguir dinero para escapar. Fue una huida angustiosa, siendo perseguida por los guardaespaldas de su marido durante días. Pero finalmente pudo llegar a Londres y embarcar en un trasatlántico rumbo a Estados Unidos. Durante el viaje conoció a Louis B. Mayer el cual le ofreció trabajo antes de llegar siquiera a puerto, y así fue como adoptó el nombre de Hedy Lamarr, para desmarcarse de su primer film; en medio del Atlántico firmó el contrato con la Metro-Golwyn-Mayer, y así nace una estrella de verdad, en mitad de una huida, viajando por el océano en busca de la libertad.

Instalada en Hollywood, trabajó como actriz en numerosas películas, protagonizó una treintena de ellas, y se permitió rechazar papeles como Luz de gas y Casablanca, además de a Escarlata, pero nada de eso impidió que deslumbrara con su magnetismo natural. En 1941, con medio mundo sumido en una profunda guerra, Hedy tenía la clave y conocía de cerca las practicas del gobierno nazi. Había estado presente en numerosas entrevistas y reuniones y además les guardaba un profundo rencor, por lo que decidió hacer su contribución, ofreciendo su trabajo y preparación como ingeniera al creado National Inventors Council, oferta amablemente rechazada. Las autoridades le aconsejaron que ayudara con su físico y su éxito vendiendo bonos de guerra, un insulto para tan brillante mente. Pero ella no se ofendió por ello, al contrario, creó una campaña en la que ofrecía sus besos a cambio de la compra de 25.000 o más bonos. Vendió 7 millones de dólares en una sola noche.

Pero ella quería más, tenía conocimientos y podía aplicarlo con fines técnicos para mejorar la situación de los aliados y con su mente preclara, examinó qué podía hacer para ello. El hundimiento de un barco lleno de refugiados a causa del ataque de un submarino alemán le dio la idea de en qué dirección encaminar sus investigaciones. El campo de las telecomunicaciones suponía un punto fuerte en cuanto a transmisión de movimientos, tácticas y organización, y la radio era el medio mas adecuado, pero se estaba experimentando con sistemas guiados de armas por control remoto conducidas por radio. El problema estaba en que las transmisiones eran vulnerables, el enemigo podía hacer un barrido de frecuencia y localizar la emisión, por lo que fácilmente podía tomar la misma longitud de onda y triangular la emisión, e impedir la misma o atacar. Era un riesgo y exponía a los aliados. Por otro lado, la recepción de la señal de radio era muy insegura, por las interferencias y la afectación de la propagación de ondas por los accidentes geográficos, por ejemplo.

Hedy idea un sistema que partía de una idea básica, tan simple como eficaz, transmitir los mensajes u órdenes de mando fraccionándolos en pequeñas partes, las cuales se transmitían secuencialmente cambiando de frecuencia cada vez, siguiendo un patrón pseudoaleatorio. Los tiempos de transmisión eran cortos, y estaban espaciados de forma irregular, imposible de recomponer el mensaje si no se conoce el código de cambio de canales. Para que lo entendamos con palabras sencillas, desarrolló una señal binaria a una frecuencia de entre 100 y 500 Hz, e implementar un filtro para depurar la señal, de forma que emisor y receptor estaban sintonizados de igual forma y sincronizados, lo que permitía que el mensaje fluyera. Estas transmisiones eran casi inmunes a ruidos e interferencias, y difíciles de reconocer e interceptar. Sonaban como ruidos de corta duración, excepto para el que estuviera usando la secuencia de salto que estaba empleando el transmisor.

El transmisor y el receptor eran asequibles para su tecnología, usando componentes y válvulas de vacío, aunque eran voluminosas y frágiles. Ella no tenía problema en diseñar y construir los aparatos, pero el tema de la sincronización quedaba pendiente, para lo que recibió la ayuda de George Antheil, un pianista que había causado un gran revuelo por un espectáculo llamado Ballet mécanique en el que contaba dos pianos, dieciséis pianolas sincronizadas, tres xilófonos, siete campanas eléctricas, tres hélices de avión y una sirena. La reacción del publico fue de rechazo y violencia. Pero a pesar de todo había conseguido sincronizar las pianolas, y eso era lo que Hedy estaba buscando. Ambos trabajaron codo con codo para encontrar una solución y en 1941 presentaron la patente: “SECRET COMMUNICATION SYSTEM. Filed June 10, 1941 2 Sheets-Sheet 2 Patented Aug. 111, 1942 SECRET COMMUNICATION SYSTEM Hedy Kiesler Markey, Los Angeles, and George Anthcil, Manhattan Beach, Calif. Application June 10, 1941, Serial No. 397,412”, que les fue concedida el 11 de agosto de 1942, cuando USA estaba ya inmersa en la guerra contra Japón y Alemania. Ella firmó con su apellido de casada, lo cual haría que posteriormente fuese olvidada su faceta de inventora.

La idea interesó a los militares, pero lo consideraron vulnerable y engorrosa, por lo que archivaron el proyecto. Lamarr y Antheil volvieron a sus carreras y se olvidaron del tema. Pero con el progreso de la electrónica y la invención del transistor se hizo factible su uso. Los ingenieros de Silvania Electronics Systems Division desarrollaron el sistema de Hedy y George, y fue adoptado por el gobierno para las transmisiones militares tres años después de caducar la patente. En la actualidad muchos sistemas orientados a comunicación por voz y datos emplean el espectro ensanchado, entre ellas las tecnologías inalámbricas hoy cotidianas como el Wifi o el Bluetooth, que se basan en el cambio aleatorio de canal, y en nuevas transmisiones de datos, en las que aún se sigue investigando.

La actriz no obtuvo nada de la patente, pero fue pionera en la técnica. Sin embargo, los reconocimientos tardaron en llegarle. En los siguientes años fundó su propia compañía cinematográfica, pero siguió explorando su faceta como inventora, la cual tuvo que mantener en secreto mientras fue una estrella de la Metro, ya que creían que podía perjudicar a su imagen de diva. La mujer y la inteligencia no era una combinación deseable por aquél entonces. Después de eso se olvidó durante mucho tiempo su aportación como inventora.

A partir de ese momento su vida matrimonial fue desastrosa, con seis divorcios, el declive de su carrera cinematográfica, el consumo excesivo de pastillas, su cleptomanía y sus escándalos por los que fue detenida en varias ocasiones, hicieron que su carácter se recrudeciera. Se recluyó en su mansión de Miami para pasar los últimos años de su vida, aislada de un mundo que se beneficiaba de las aplicaciones de su invento.

Para cuando se le reconoció su aportación estaba tan amargada que quedó imperturbable, y comentó “ya era hora”. A la ceremonia asistió su hijo en su nombre. En enero del 2000 su estrella se apagó, como última voluntad pidió que sus cenizas se esparcieran por los bosques de Viena, cerca de donde nació. En su honor se decretó el 9 de noviembre el día del inventor en Viena. Y es que muchas veces las apariencias hacen que ocultemos lo que verdaderamente brilla en nosotros, una mente pródiga, un interés determinado, una luz especial que se ve apagada por lo que el resto del mundo espera que seamos, y repito, en su caso, una actriz que ocultaba en secreto a una brillante inventora, una que revolucionó el pasado con su belleza, y nuestro presente con su ingenio.

Inma Vela

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https://mujeresconciencia.com/2015/11/30/hedy-lamarr-la-inventora/

https://elpais.com/especiales/2018/mujeres-de-la-ciencia/hedy-lamarr.html

Susana Peiró: Escandalosas: 80 mujeres de armas tomar. Ed. Casiopea. 2018.

Marie Benedict: La única mujer. Ed. Planeta. Ebook.

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