Frasquita Larrea

Que las hembras cabales en esta tierra cuando nacen ya vienen pidiendo guerra.
¡Guerra! ¡Guerra!

Francisca Javiera Ruiz de Larrea y Aherán, conocida por Frasquita Larrea, no era una diva, no era una estrella, era una intelectual gaditana, traductora y escritora, que vivió la mayor parte de su vida en Chiclana de la Frontera, Cádiz. Fue la hija de un comerciante alavés instalado en Cádiz, el cual contaba ya con 48 años cuando contrajo nupcias con su madre, una joven de origen irlandés, de cuya unión nació la célebre tertuliana gaditana en 1775. Frasquita era niña aun cuando su padre falleció. Pese a todo contó con una educación notable, versadas en las disciplinas propias de las mujeres del siglo XVIII, además de inglés y francés. Pero quedar huérfana tan pronto le trajo como consecuencia un matrimonio prematuro, convenido por ambas partes con el comerciante gaditano Juan Nicolas Böhl de Faber, boda celebrada en 1796.

Como suele pasar, la mentalidad progresista de Frasquita superaba a la mente retrógrada de su esposo. Ella tenía un bagaje cultural enorme, basado en la literatura, teatro y ópera. Fue la primera traductora de la obra Manfredo, de Lord Byron, de las cartas del viaje de Mary Wollstonecraft. Esto junto a la Vindicación de los derechos de la mujer fueron sus referentes. Su vida matrimonial empieza con un tour por Europa, mientras que para su esposo ese viaje tiene fines comerciales, ella lo toma como un viaje iniciático, que le hace ver para qué está dedicada su existencia. Y es así como su esposo se centra en reeducar en la pasividad a Frasquita, intentando someterla en la “razón masculina”. Trabajó en vano Juan Nicolás; la mente de Frasquita estaba lejos de dejarse someter. Su esposo decía de ella que no llegaba a ser su ideal de mujer, ya que tenía buenas cualidades, pero no fuerza de voluntad para la sumisión, que su contacto con la historia y la cultura la habían apartado de las convicciones de la vida ordinaria. No había forma de dominar a Frasquita, su mente ya estaba invadida por las ideas de liberación femenina y derecho a la cultura.

Entre 1798 y 1805, tuvieron cuatro hijos, en 1806 en Alemania el matrimonio pacta de mutuo acuerdo la separación matrimonial. Juan Nicolás se queda en Alemania con su hija mayor y el único varón, mientras Frasquita se queda con sus otras dos hijas en Cádiz. Pese a la distancia, en las cartas se puede apreciar como su esposo sigue intentando doblegar a su esposa, alegando que la esfera intelectual no estaba hecha para las mujeres, ya que todas las mujeres intelectuales eran reprobadas y desairadas. Aseguraba que para él sería un grandioso día el día que quemara sus derechos de la mujer, mientras Frasquita le replicaba que si pensaba lo mismo después de leerlos ella los quemaría. Afirmaba que el objetivo de Mary Wollstonecraft, era hacer a la mujer un ser tan perfecto en su esfera como lo era el hombre en la suya; no pretendía confundir ambas, si no afirmarlas. Frasquita era una gaditana, feminista y revolucionaria de armas tomar. A pesar de las diferencias, la relación entre ambos se mantuvo siempre.

Para 1813 Juan Nicolás regresa a España arruinado por los avances políticos y económicos, pasando a ser un simple trabajador asalariado. Frasquita a su vez, irá permutando su actitud revolucionaria al estilo de las inglesas, y fue moderándose y volviéndose más conservadora. La experiencia de la guerra hispano-francesa, y la necesidad de ofrecer un futuro a sus hijas fueron parte de ese cambio y regresión.

Fue la introductora de las ideas del romanticismo en España, y una estudiosa de la lengua castellana. Gracias a su correspondencia podemos conocer su pasión por Shakespeare, por el pensamiento de Kant y Descartes, las obras de Madame Staël y Mary Wollstonecraft, que fueron la base de su educación, una que no estaba bien vista en las mujeres. Durante la ocupación francesa en España tuvo una relación de amistad con el general francés Villate, pero si por algo se la destaca fue por sus tertulias. En 1811 se trasladó a Cádiz, según Alcalá Galiano, ésta pasó a representar el círculo de reunión servil de la ciudad, frente a la jerezana Margarita Morla y Virués, que acogería el activismo liberal.

Su actividad cultural le dio el mérito de introducir el romanticismo, pero desde la política, se inclinaba a la defensa de la monarquía de Fernando VII, lo cual le trae algunos problemas en cuanto a censura de sus escritos. Perteneció a la Real Sociedad de Amigos del País, y a la Junta de Damas desde su fundación, época en la que Frasquita participa en la llamada polémica calderoniana, que muestra la adscripción al romanticismo tradicional del matrimonio. Firmó con el pseudonimo de Cymodocea, y aunque su obra escrita no fue muy extensa, basada, sobre todo en sus cartas y en una novela, dejó escritos inéditos y memorias, transcritas a posteriori. Por esto su aporte al panorama cultural fue enorme como embajadora de las letras; formó parte del círculo intelectual y se negó a replegarse ante la realidad de las mujeres de su época, siendo la anfitriona de tertulias políticas y literarias en una España convulsa. En 1838 muere, dejando un legado maravilloso, y que pocos conocen.

Inma Vela

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https://www.artehistoria.com/es/personaje/frasquita-larrea-ruiz-de-larrea-y-aheran

J.L. Cifuentes, A. Gómez, A. Lillo, J. Mateo, F. Yus (eds.): Los caminos de la lengua (Estudios en homenaje a Enrique Alcaraz Varo).ed. UNIVERSIDAD DE ALICANTE. SERVICIO DE PUBLICACIONES. 2011.

EUGENIO MOYA: FILOSOFIA Y LOS RETOS DE LA COMPLEJIDAD.

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